Reseña: 'Silencio' de Thomas Raab

Título: Silencio

Autor: Thomas Raab

Editorial: Roca Editorial

Páginas: 366

ISBN: 978-84-16498-03-1

Karl Heidemann es un niño con un oído extraordinario que se siente abrumado por el ruido que tiene que soportar al estar con más gente. Ya de bebé no aguanta estar cerca del latido del corazón de su madre. Poco a poco, este niño peculiar que vive en el sótano y prácticamente no sale de casa descubre que matar se convierte en el mayor acto posible de amor y en la única manera de poder vivir en silencio.
En poco tiempo, deja un rostro de sangre en el pueblo, hasta que su propio padre descubre la verdad y el joven debe huir.
A los dieciséis años, Karl, ya en la ciudad, seguirá perpetrando crímenes brutales. Su excepcional oído le permite acercarse a sus víctimas sin miedo a ser sorprendido y convertirse en un ser prácticamente invisible que vive de noche, cuando el silencio le aporta tranquilidad.
Quien sabe si algún cometerá un error y será finalmente descubierto.

 

Silencio es una novela que despertó mi interés a raíz de la crítica y las opiniones que trae en su contraportada. La pintaban como un thriller psicológico a caballo entre El Perfume de Patrick Süskind y American Psycho de Bret Easton Ellis. Con esas referencias resulta inevitable caer en sus garras ¿no? Y así me adentré en sus páginas. Lástima que no me ha convencido tanto como esperaba. A veces esas comparaciones le hacen mal a la historia que estamos a punto de leer y, bueno, no es que sea una mala novela, simplemente me esperaba otro tipo de enfoque y la pluma de Thomas Raab no ha logrado atraparme.

Karl es hijo de Johan y Charlotte. Es un niño muy querido y esperado pero, tras su nacimiento, el amor de la pareja hacia su retoño se transforma en noches en vela y desesperación por tratar de calmar a Karl y hacerle dormir. Karl ha nacido con un oído muy desarrollado, de tal modo que hasta el latir de su propio corazón le resulta desconcertante y molesto. Por ello, cuando sus padres dan con la razón de su llanto, toman la decisión de aislarlo en el sótano, convirtiéndolo en su habitación y refugio, allí donde ningún sonido es capaz de trastornarle. Con todo, la vida de la familia Heidemann no vuelve a ser la misma y, tras presenciar el suicidio de alguien cercano, Karl, aún siendo un crío, empieza a asociar la muerte a la paz, a la liberación y, por encima de todo, al amor. Karl siente que la muerte es un regalo y ofrecerá ese regalo a todo aquel que sienta merecedor del mismo.

La premisa de la novela me parece fascinante y el comienzo de la historia, aún siendo demasiado lento y pausado, consigue enganchar al lector. La verdad es que resulta curioso cómo la mente de Karl llega a asociar la muerte como algo bueno y necesario, la forma en la que conecta los puntos y la serenidad con la que se toma el hecho de que alguien se quite la vida ante sus ojos y entienda que esa muerte viene del amor y la tranquilidad. Pone la piel de gallina que alguien desde tan pequeño vea la vida desde esa perspectiva tan oscura y retorcida.

Con el paso de las páginas, Karl pasa de ser un mero testigo de la muerte de alguien a ser el ejecutor de esas muertes, más que merecidas e imploradas a su juicio. Karl experimenta con animales y personas esa necesidad de darles descanso y su conducta va evolucionando, volviéndose más meticulosa y sagaz. No podemos olvidar que, dado al desarrollo superior de su oído, tiene la capacidad de acercarse a sus víctimas sin ser visto. Y eso, unido a su mutismo, la carencia de habla que le ha acompañado desde que nació, lo convierten en el depredador perfecto. 

Pese a todo lo anterior, la narración se me ha atragantado como una nuez y ha hecho imposible que la sociopatía de Karl me erice el pelo. Nos encontramos ante una novela narrativa en su 99%. Apenas hay diálogos y todo se reduce a lo que nos cuenta un narrador omnipresente, en tercera persona del singular, que nos hace llegar las emociones o, mejor dicho, la carencia de emociones de Karl, y cómo el pueblo afronta la repentina desaparición de lugareños y cómo el miedo empieza a crecer en ellos al pensar que, o se encuentran ante la presencia de un espíritu vengativo, ya que las muertes se dan siempre donde tuvo lugar un suicidio, o bien que entre todos los vecinos se oculta la figura de un asesino en serie. Por la parte de ese miedo de los habitantes del pueblo me parece acertado este tipo de narrador. En cambio, en el caso de Karl, la figura del narrador directo, creo que habría causado mayor impacto. De hecho, dado al título de la novela: "Silencio, Historia de un Asesino", era eso lo que me esperaba: que el propio Karl nos contara directamente todos los pensamientos que deambulan por su mente, la angustia de tener ese oído más desarrollado de la cuenta, lo que hizo clic en su cerebro el día que presenció aquel suicidio para llegar a la conclusión de que la muerte era un regalo y que estaba en él ofrecérselo a los necesitados de amor y paz... Todas esas cuestiones, al estar tratadas en tercera persona, las he sentido muy lejanas y me ha costado asociarlas con el protagonista, un personaje que, sin lugar a dudas, me habría puesto la piel de gallina de haber relatado sus memorias con su puño y letra, como quién dice. 

En términos generales, si te gusta el trhiller Silencio no te pasará desapercibido porque el personaje está bien caracterizado. Eso sí, quizá, como en mi caso, la lectura se te haga un tanto cuesta arriba, o no te emocione y te transmita lo esperado, al tener una narración pasiva. No te dejes llevar por los fragmentos de la contraportada como yo y hazte tu propia idea.

En resumen, 'Silencio' es un thriller psicológico con la base fundamental para ser un referente del género: un sociópata que ve en la muerte y en causarla lo más bello que una persona puede ofrecer. Sin embargo, el tipo de narración no ha sido la más acertada, impidiendo que al lector se le erice la piel con la mentalidad, la motivación y la frialdad de su protagonista. Una historia puramente narrativa que puede resultar algo pesada y lenta al carecer de diálogos en su mayor parte.

- Gracias a la editorial por el ejemplar -