Reseña: 'Siete Días Para Una Eternidad' de Marc Levy

Título: Siete Días para una Eternidad

Autor: Marc Levy

Editorial: Ediciones B

Páginas: 205

ISBN: 9788466614689

Por primera vez, Dios y el diablo están de acuerdo. Cansados de sus eternas disputas y deseosos de determinar de una vez por todas quién de los dos debe reinar en el mundo, deciden entablar una última batalla. Las reglas son las siguientes: cada uno de ellos enviará a la Tierra un emisario que contará con siete días para decantar el destino de la humanidad hacia el Bien o el Mal. Dios y Lucifer establecen que el enfrentamiento se producirá en la ciudad de San Francisco y eligen a sus mediadores. Dios escoge a Zofia, una joven competente, con el encanto de un ángel. Lucifer se decide por Lucas, un hombre atractivo sin ningún tipo de escrúpulos. La tarde de su primer día en la Tierra, los destinos de Zofia y Lucas se cruzan, pero para consternación de Dios y el diablo, el encuentro, lejos de provocar un altercado, toma unos derroteros insospechados. Marc Levy, autor de Ojalá fuera cierto, nos ofrece una irresistible comedia romántica protagonizada por dos seres procedentes de mundos dispares que nunca deberían haberse encontrado, pero irremediablemente predestinados a hacerlo.

 

Esta novela me la recomendaron cuando publiqué en el blog la reseña de Ella y Él, la primera novela que leía de Marc Levy. La sinopsis despertó mi curiosidad y me la apunté entre mis próximas lecturas, pues parecía ser una historia entretenida y diferente.
Desafortunadamente, el resultado no ha sido el esperado y la novela me ha dejado con una sensación bastante pobre en cuanto a argumento y desarrollo.

A grandes rasgos nos encontramos con que Dios y Lucifer han decidido realizar una apuesta con el fin de cambiar el mundo, ya sea para bien o para mal, en un plazo de siete días. Para tal empresa cada uno enviará a San Francisco a su mejor agente. Dios enviará a un ángel llamada Zofia, y Lucifer, por su parte, le encomendará su trabajo a su mejor demonio, Lucas. Pero sucede algo con lo que no contaban los altos cargos del Cielo y del Infierno: Lucas y Zofia cruzan sus caminos y acaban enamorándose, trantando de hacer todo lo posible para estar juntos los siete días que tienen antes de que el mundo que conocen cambie para siempre y sus misiones terminen por separarles eternamente.

Hasta ahí la idea me atrajo muchísimo: Dios y Lucifer haciendo una apuesta y que dos de sus mejores lacayos fueran capaces de sublevarse y ponerse en contra de sus propias creencias por algo tan simple y llano como el verdadero amor. 

Pero claro, lo que ha perjudicado en mi opinión a esta premisa es el escenario y el mundillo en el que se recrea. No me ha convencido para nada que todo se desarrolle en las altas esferas corporativas y con cuestiones empresariales como base de sustento de todo el argumento. Zofia trabaja como encargada de seguridad de un puerto pesquero y Lucas tiene su tapadera como miembro de una empresa que pretende hacerse con el monopolio marítimo, razón que llevará a que prácticamente durante todo el libro se hable de cuestiones económicas y productivas que ayuden a inclinar la balanza a favor del plan de los ángeles o de los demonios. Hay aspectos técnicos y organizativos que me hicieron perder el interés a ratos y ha actuado en perjuicio de toda la novela.

El libro está divido en siete capítulos donde cada uno representa un día de los siete que componen la apuesta de Dios y el Diablo. La novela en sí es breve, unas 200 páginas, y hay capítulo que se hacen más amenos que otros, sobre todo los últimos donde se va dejando de lado el carácter empresarial y se va centrando en el romance de los protagonistas. Sin embargo, y algo que también me ocurrió con la novela anterior de Marc Levy, no he llegado a sentir apego por Lucas y Zofia. Las cosas suceden tan rápido que llega un momento en el que te preguntas cuándo y cómo empezaron a tener sentimientos el uno por el otro. Luego el romance entre los dos es típico y tópico de novelas de este género, con sobredosis de azúcar y arociris, pero se logra disfrutar por los encuentros y desencuentros, sobre todo porque no pueden hacer oídos sordos a su verdadera naturaleza y, por mucho que Lucas se empeñe en no ser tan malo y Zofia en no ser tan mojigata, es difícil ir en contra de lo que uno es y todo les acaba saliendo del revés, creando situaciones cómicas y hasta cierto punto embarazosas. Además, cuando Dios y el Diablo descubren que sus propios agentes pueden poner en peligro el destino de la apuesta, intentarán por todos los medios evitar que Lucas y Zofia se sigan encontrando.

Ángel y demonio son totalmente opuestos, dado a su propia naturaleza. Zofia es una joven entregada y amable. Siempre le encuentra el lado bueno a las cosas y no duda en ayudar a todo aquel que se cruce en su camino. Para ella la vida es un regalo y hay que exprimirlo al máximo y siempre con una sonrisa en la cara capaz de contagiar y transmitir felicidad incluso a la persona más infeliz de la faz de la tierra.

Lucas, en cambio, es cruel, despiadado y disfruta del dolor y las desgracias ajenas. Se regocija causando problemas, utilizando a la gente y aprovechando cualquier situación que le favorezca sin miramientos hacia el resto. Y... ¿cómo es posible que un ser así tenga un corazón capaz de latir por otra persona, alguien como Zofia? Es algo que también tenía ganas de descubrir y que tampoco se desarrolla de forma convincente. Es lo malo de los instalove, y más cuando en una historia como esta la cuenta atrás programada en siete días es un espacio demasiado breve como para ahondar bien en sentimientos, cambios de personalidad y revelaciones.

El final, precipitado, es vago y predecible. La solución que se da tira por el camino fácil. Además, ¿quién ganó la apuesta? ¿Dios, el Diablo, ninguno o los dos? Aún tengo mis dudas xD.

En resumen, 'Siete Días para una Eternidad' no ha sido la lectura que esperaba. Un argumento pobre y un romance típico y tópico que se salva únicamente por las situaciones divertidas y embarazosas en las que se meten los protagonistas, ya que en el apartado emocional tampoco he sentido afinidad.